martes, 13 de marzo de 2007

El Supermercado... Tártaro de las periferias!

Buenas, antes que nada, sepan disculpar que el día de ayer no escribí un pomo, pues estuve en casita con una adorable indigestión gracias a un Ketchup sin fecha de vencimiento que me invitó a usarlo luego de meses de mirarme a los ojos desde la puerta de la heladera a la vez que me decía "USAME!!, USAME!!"

Sin embargo hoy no les voy a hablar de mi jornada al tocador durante la mañana interminables veces a la vez que mis piernas perdían sensibilidad por apoyar los codos sobre las rodillas... sino muy por el contrario, les hablaré más bien de ese lugar que tanto miedo nos produce a los seres humanos, preferentemente del género masculino... el Super-Mercado.
Primero pregunto yo, por qué demonios es SUPER, qué tiene de SUPER? tiene capa? vuela? tiene visión de rayos X? rescata gatitos de los árboles? o acaso tiene alguna debilidad como por ejemplo... los inspectores de salubridad?
Bueno, si bien al principio decirle supermercado a un establecimiento comercial implicaba una alta variedad y gama de productos diversos para el hogar/comestibles/artículos de limpieza ubicados todos en el mismo establecimiento, destinado a la venta masiva... hoy por hoy le decimos supermercado a cualquier sucucho con unas míseras góndolas de cartón y un ciudadano asiático que lee hormigas aplastadas sobre papel a la vez que relojea con su ojo biónico el monitor de vigilancia.
Lamentablemente, dado que en los comercios minoristas nos cobran un 30% más caro que en estos "supermercados", no tenemos alternativa más que abastecernos para toda la semana/quincena/mes/semestre comprando en estos lugares del infierno. Si bien ir al comercio minorista todos los días para que el sr. de bigotes tan amable (del cual nunca preguntamos su nombre) nos corte el fiambre delante de nuestras narices -evitando así la duda respecto a la calidad y frescura del producto- resulta ser una experiencia agradable... a la larga se vuelve un quiste en las gónadas, sinceramente a las dos semanas de concurrir a este negocio, usted probablemente optará por romper un vidrio con el puño limpio y resfregarle la sangre derramada al grito de "TENGO SIDA!! VAYASEEE RAPIDO!!!" a la señora de 83 años con anteojos "culo de botella" y mal pulso, ubicada delante suyo en la fila, quien estaba pidiendo pan lactal a la vez que abría muy pero muy lentamente su monedero y extraía moneditas de baja denominación para llegar al monto deseado -todo esto mientras el sr. de bigotes sonreía maquiavélicamente invitándolo a usted la violencia innecesaria-
Claro, antes de llegar a ese extremo, optamos por lo más sensato, civilizado, concurrir a los denominados "Supermercados". En la entrada siempre podemos ver los tan simpáticamente ordenados "changuitos", que vendrían a ser como nuestro compañero en este viaje al estilo via-crucis. Probablemente de entre todos los carritos de metal apilados en la entrada, usted agarre el más estropeado, ese que tiene alguna ruedita torcida, o fija, esa que va en el aire y no gira, como los Dukes de Hazzard haciendo una pirueta automovilística.
Para cuando quiera volver a cambiarlo, ya será tarde, seguramente se resignará a continuar con su carrito minusválido, porque le dará un poco de pena, claro, qué culpa tiene el changuito de su defecto? es todo obra del malvado cliente, el hombre que todo destruye a su paso.
Usted entonces ingresará a los pasillos de la muerte, entre un tumulto de gente desesperada por obtener sus víveres e irse ráudamente del lugar antes que la musiquita de fondo termine destruyendo lo poco que queda de su auto-control.
Aquí pueden pasar dos cosas, o bien usted tiene una lista de productos elaborada previamente a concurrir al establecimiento para ser adquiridos, o por el contrario, usted irá recorriendo cada rincón de las góndolas para encontrar productos que usted necesita (los cuales reconocerá de inmediato).
Si es el primer caso, olvídelo, seguramente terminará recorriendo el supermercado entero de todas formas, siempre algo falta en esas malditas listas, y si no lo hace, lo recordará al volver a su casa. Aparte seamos sinceros, toma más tiempo elaborar la listita de miércoles esa que caminar como un lobo alrededor de la presa entre las góndolas.
Si es el segundo, bah, el estándar... ahí ya usted va mentalizado con recorrer los pasillos eternamente como el Minotauro encerrado en aquel laberinto, sinceramente algo que cualquier ser pseudo-humano con un 10% de sus capacidades mentales funcionales trataría de evitar.
Dentro de cada carril verá una serie de productos ordenados a gusto y piaccere, el tema es que por ejemplo si usted quiere comprar pastas y salsa, cada producto estará completamente alejado del otro, y deberá hacer el recorrido de todas formas. Si busca pan lactal, fiambre y condimentos, también tendrá que ir paseando por todas las santas góndolas.
Igualmente el proceso de búsqueda se acorta con el tiempo, uno va generando un mini-mapa de cada stand de productos dentro del establecimiento, a tal punto que si le vendan los ojos y lo marean al estilo "El gallito ciego" seguramente llegará a tomar el pan Light de salvado (ojo no confundir con el lactal light ni el que fue diseñado para deportistas ni nada) y sacará la tarjeta de crédito en la línea de cajas (no se confundirá con la del VideoClub), con tanta categoría que podrá describir los rasgos fisonómicos de la cajera que lo atienda, y el color de esmalte que tenía en las uñas.
No olvidarse de pesar las verduras, que debe colocar en simpáticas bolsitas de nylon, y hacer una divina fila para que un sujeto coloque el producto en la balanza e imprima un sticker que colocará en su frente. Este individuo no emitirá sonido alguno, si le habla, probablemente sus neuronas hagan cortocircuito y le ponga el precio de la lechuga a los limones, ojo!
Igualmente para evitar ese engorroso proceso de palpar las verduras que ya cientos de clientes han palpado previo contacto son sus genitales/interior de las fosas nasales/interior del oído, y atar esas bolsitas que cada vez las hacen más chicas y más rígidas, usted puede optar por obtener sus verduras selectas envasadas al vacío, con una simpática bandejita de telgopor (ojo, quizás al arribar a su hogar note que la parte de abajo de la verdura que está apoyada contra la base, esté descompuesta -me ha ocurrido más de una vez...-)
De tanto concurrir, desarrollará el instinctivo método matemático de tomar valores de productos envasados por kilogramo y dividirlo en los distintos packagings que trae, digamos, si una bolsa de 1kg está 10 pesos, la de 500 grms. debería estar más de 5 pesos (por el gasto que representa cada envase), pero en cambio, por lo general es más económico llevar varios paquetes chicos, en contra de todo razonamiento lógico inductivo... AHA! lo agarré?! esa no la tenía seguro no?
Luego se topará con las famosas congestiones de tránsito de góndolas, donde la señora se pone a discutir con el maridito respecto de qué marca de producto elegir, luego está la señora que discute con el hijito respecto a no llevar tal o cual golosina o comida chatarra, lo cual genera un bloqueo que lo obliga a emitir al exterior la palabra "PERMIIIiiiiso..." la cual será ignorada hasta que tome un tono grotesco y de pocos amigos... algo así como "PERMISO DIJE!", lo que generará una mirada por sobre el hombro de parte de estas señoras, quienes probablemente aún así no se dignen a mover el changuito y a su marido/hijo, ya no por ignorarlo, sino por bronca hacia su persona.
Dentro de todo este sufrimiento, usted quizas encuentre un recreo en la sala de electrodomésticos/electrónica, donde podrá babearse al ver los nuevos artefactos carísimos que nunca comprará por falta de poder adquisitivo. A la vez que se ve en un mundo de ensueño, rodeado de cintas transportadoras y "Robotinas" (ver Supersónicos para mayor información), algún sujeto del establecimiento, de camisa y corbata se le acercará preguntándole... "NECESITA ALGO?", claro que usted necesita todo lo que está allí, pero no puede pagarlo, cómo explicarle a ese mameluco vendedor que si usted pensara comprar alguno de esos artefactos lo hubiera hecho sin estar babeándose los zapatos durante horas (y sería extremadamente feliz o al menos tendría una sonrisa Colgate por unos minutos hasta que un pico de tensión destruya todo aquello conectado a la pared de su casa).
Bueno, luego de todo este padecimiento, usted tendrá un changuito lleno de porquerías innecesarias que fue encontrando en el camino y se preguntó "Mmm.. me haría falta uno de estos... no?" cuando en realidad iba a buscar una gaseosa y pan lactal solamente. Al llegar a la fila de cajas, verá varios sectores... la caja "rápida" para no más de diez productos... mh... la caja de "empleados" (es el día de hoy que desconozco qué función específica tiene esa caja en el super), la caja con prioridad para discapacitados y embarazadas, y las cajas con "pago fácil".... difícil decisión... las filas están parejas... pero queda en el consumidor determinar qué le conviene más...
Si lleva menos de diez productos, quizás puede ir por la caja "rápida" claro... sobre todo porque allí siempre ponen a los cajeros más idiotas del condado, pareciera que justamente ponen a los más lentos del grupo irónicamente (esos que no embocan el código en la lectora y tienen que escribirlo manualmente una y otra vez, después se quedan sin papel en la máquina y llaman a Pepe Supervisor que tarda unas 3 horas en llegar, y para colmo se quedan sin cambio y no saben a quién recurrir hasta que alguien de la fila se ofrece a arrojarle monedas de baja denominación por la cabeza para acelerar el trámite) en las cajas que deberían ser "rápidas". Encima usted debe tener en cuenta que lo que más demora en la caja es el pago, no el trámite de pasar los productos. El tema es que cada consumidor debe enbolsar todos los productos con paciencia, y luego buscar entre sus pertenencias la billetera, para así sacar un billete de altísima denominación y obligar a la cajera a pedir cambio cada tres clientes... ESO ES LO QUE DEMORA!. A la vez que usted espera en la caja "rápida", notará como las demás filas avanzan, al punto que esa señora gorda con el changuito cargadísimo que llegó después que usted, se sube a un remise con todas sus bolsas.
Claro, luego usted tiene que tener en cuenta el horario, porque si quiere el envío a domicilio, tiene un límite de tiempo, y cuando se está por cumplir la hora señalada la gente se desespera y se amontona en las cajas, a modo de intentar desesperadamente obtener el envío (aunque vivan a dos cuadras del supermercado, como es mi caso claro).
Si no puede ir por la caja rápida, ahí viene la hábil labor del observador, usted debe mirar qué clase de personas están en la fila... digamos, si hay hombres solos, probablemente hagan el trámite automáticamente, ni hablen con la cajera, y quieran huír lo antes posible del lugar. Si en cambio hay una pareja, probablemente hablen entre sí y se tarden en ver quién lleva qué bolsita, y entreguen tarjetas del 1,5% de descuento o que te suma 10 puntos que al juntar 150 millones te ganas una licuadora; si es una mujer con hijos, estos últimos seguramente insistirán en la compra de alguna golosina mientras los están atendiendo y agregarán indefinidamente productos a la lista. Si es una mujer sola es probable que sea empleada del estado y lleve Ticket Canasta, y para completar el monto del valor del billete (los tickets no tienen vuelto para los que no saben, y son una especie de infra-moneda útil para el consumo en supermercados y restaurantes) empezarán a preguntar precios de baterías, de Gilletes, de saleros con forma de gnomos, y todas esas chucherías que suelen colocar en las mini-góndolas cerca de las cajas, y así no desperdiciar el vuelto de su fantástico billete, siendo este trámite generador de demoras innecesarias en las filas.

De ahí que usted pueda o no encontrar el camino correcto de salida al estilo "Carrera contra la Muerte" (filme de antaño) es cuestión de ser un hábil observador a la hora de elegir la bendita fila.

Al llegar su turno luego de una hermosa espera en la fila, quizás intentará enviar sus cosas con el servicio de Delivery (si todavía no se cortó...) y de ser así presentará su exclusiva tarjeta de miembro del super, la cual nunca funcionará... probablemente se equivocaron al ingresar su domicilio y siempre salga erróneo en el sistema, por ejemplo si usted vive en el 1er. piso, departamento "A", le aparecerá en sistema I A, no distinguiendo piso ni nada, y cada vez que pasen la bendita tarjeta tendrá que aclarárselo a la cajera. Obviamente la cajera todos los días que ocurra esto, le dirá.. "DESPUES LO CORRIJO DEL SISTEMA EH!" y por supuesto NUNCA lo hará. Si quería aprovechar ese 15% de descuento de los Jueves, ahora seguro cambiaron a los sábados (creo que ese gerente que está detrás de la ventanilla del mostrador ubicado frente a las cajas tiene un botón rojo para cambiar los días de descuento cuando uno los quiere aprovechar, y se ríe con una máscara de Bin Laden puesta al estilo "El Fantasma de la Opera") así que olvídelo!.

Para colmo de males deberá llevar consigo los malditos congelados y productos frágiles, con lo cual irá cargado de bolsas de todas maneras. Cuando espere a que llegue el delivery, esto ocurrirá en el momento menos esperado (al final de la película que esperó ver toda la semana en cable, cuando esté en el baño haciendo un esfuerzo sobrehumano, o hablando por teléfono con alguien que no ve hace meses). Estos muchachos de la repartija le dejarán todo tirado ahí en el piso de su living y tratarán de huír rápidamente, debiéndo ser usted quien los persiga al grito de "ESPERAAA ESPERAAA!" para darles una moneda, que claro deberá tener a mano si no quiere que le pisen las papafritas que encargó en la próxima entrega.

En fin, creo que fue mucho por hoy sobre el tema, y no quiero abrumarlos, espero sus comentarios y que lo hayan disfrutado casi tanto como yo.

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