jueves, 15 de marzo de 2007

Las malditas palomas..

Antes que nada, perdón que ayer no escribí un pomo. Lo cierto es que no tuve tiempo, entre que de las 8 a las 11 AM no tuvimos computadoras (ya que el bobo-mático solicitó que las apaguemos para hacer no se que pendorcha), y luego al terminar con el papelerío de la oficina me di cuenta de lo tarde que era. Debía escribir algo "no tan malo" en unos 30 minutos, al estilo de la película Swordfish, cuando al supuesto "hacker" le hacen entrar a una página del gobierno norteamericano en 30 segundos con un fierro en la sien y una muchacha voluptuosa practicándole una fellatio. El tema es que acá armas no tengo (a mano al menos no, pero puedo utilizar una abrochadora en reemplazo) y la mujer practicando la fellatio podría ser mi compañero de despacho tomando un mate lavado sin azúcar (pero eso más que desconcentrarme me daría náuseas).
Hoy entonces con más calma y tiempo, pienso hablarles de esos adorables seres, las palomas.
Para empezar diré que algunas personas creen que las palomas simbolizan la paz... de hecho recuerdo haber hecho dibujitos durante la escuela primaria de la palomita blanquita con una ramita de algo (creo que de canabis) en el pico. La verdad es muy diferente, sinceramente no puedo concebir cómo semejantes creaturas pueden simbolizar cualquier tipo de tranquilidad o paz.
Desde mi anterior vivienda vengo sufriendo los constantes ataques a mi privacidad por parte de estas ratas voladoras. Al principio pensaba que eran inofensivas, anidaban en algún ojo de buey del lado de afuera y se las escuchaba revolotear... también veía gente inocente que les daba alimento en las plazas, la verdad todo parecía normal.
Luego empecé a sentirme un poco irritado, cuando las palomas todas las madrugadas, mañanas, tardes y noches mientras intentaba conciliar el sueño (porque trato de dormir a toda hora vieron, soy un tipo retorcido) emitían un sonido poco común, como un gorila en celo, o algo así.. les trataré de transcribir la onomatopeya: "UUUHHMMM UUUHHMM". Durante horas, días meses y años continuaron haciendo ese ruido insufrible a la vez que el ojo de buey se ponía más y más espantoso, lleno de pedazos de porquería que formaban una suerte de nido o juntadero de mugre. Luego de ello también invadieron un balconcito, y empezaron a hacer el mismo sonido pero en esta oportunidad fue al lado de mi habitación...
Todo parecía simple, como cualquier creatura de escasas dimensiones, uno suele emitir un sonido fuerte, e inmediatamente huyen por temor a ser víctimas de un gran depredador. Pero misteriosamente, creo que las palomas han evolucionado a un punto tal que o se volvieron sordas o demasiado idiotas como para reconocer el peligro, quizás demasiado astutas diría yo, porque la realidad es que uno no va a lastimarlas (al menos en ese momento) y ellas lo saben, creo que pueden leer la mente humana mientras emiten ese horrible sonido telepático. De hecho usted notará que al intentar arrollarlas con un rodado, no se moverán sino hasta el último instante, por más que usted toque su bocina o acelere para advertirles, lo mismo si camina a su lado y zapatea, jamás se moverán sino hasta que esté lo suficientemente cerca como para alcanzarlas.
Dado que uno no puede espantarlas o evitar su espantoso ruido y mugre, las palomas comienzan a volverse una amenaza, tanto para su silencio necesario para conciliar el sueño (que por más que haya una obra en construcción a 20 mts. seguramente le molestará más oír palomas que los martillazos) como para la higiene del balcón/ojo de buey.
Por suerte en aquel entonces contaba con mi fiel mascota (dicho sea de paso QEPD pobre Angus... malditos Whiskas y sus problemas del sistema urinario gatuno!), un simpático felino que se encargaba de atrapar estos avechuchos desprevenidos. Lamentablemente al principio lo reprimí, intentando evitar su instinto cazador furtivo, volviéndolo un idiota con garras y colmillos al divino pedo. Ante ello, las palomas retomaron sus lugares habituales de asentamiento, y me miraban desde el balcón, a través de la ventana, desafiantes, sacando el pecho.. "UUUUUUHMMM UUUUHHMMM!!!" decían...
Dado que yo soy una persona muy poco higiénica/ordenada, y que pocas cosas interrumpen y evitan mi sueño, hice la vista gorda al asunto, y dejé que se procrearan en dichos lugares, ininterrumpidamente durante mucho tiempo, hasta mi mudanza.
Increiblemente al partir de mi antiguo hogar, suspiré, añorando aquella peste, como si la ausencia del sonido irritante que emitían fuera a ser algo que dejara un hoyo en mi vacía vida. Pero no... claro que no.
Mis amigos voladores no conformes con mi partida, retomaron sus desagradables hábitos (creo que eran las mismas palomas que me persiguieron hasta otra localidad, de hecho la más grande del grupo tiene un tatuaje de un ancla en el ala izquierda y se hace llamar Rodolfo).
Para empezar, cuando me mudé, el habitáculo destinado al lavadero por error había sido dejado abierto durante una temporada, y claro el sector de la rejilla y el termotanque estaban llenos de materia fecal palomil la cual fue limpiada con mucho esfuerzo y dedicación (no por mí claro, sino por un tercero a sueldo porque me dio mucha "cosita").
Esta vez al no contar con un balcón ni ojo de buey, decidieron asentarse sobre mi aire acondicionado (la posesión material que más venero). Al principio opté por ignorar a esos pajarracos, luego intenté en vano el procedimiento del "golpeteo de ventana", que obviamente tampoco funcionó. Por último utilicé todo tipo de productos tóxicos para alejarlos del lugar, pero el único que terminó perjudicado fue el del primer piso del edificio cuando cayó un envase de Raid en su patio accidentalmente.
Luego de demostrar su poder incontrolable, me resigné (como pasa con todo lo que no puedo controlar en la vida) y decidí convertirme en el "hombre-paloma". Ojo, no piensen que esto implica utilizar un par de alas al estilo "Icaro", juntar mugre alrededor de mi cama y emitir sonidos insoportables. Muy por el contrario mi participación en la bandada consistía en dejarlos procrear sobre mi aire acondicionado, a cambio de que no ingresen nuevamente al asiento de mi humilde morada para dejar sus heces.
Más allá de ello, está de más decir que como todo lo que uno acuerda con otro ser vivo, siempre en algún momento se desobedece. No solo por las repentinas invasiones a mi living (o al menos al marco de la ventana del mismo), sino por el constante sonido infernal que traspasaba los canales de aire de los artefactos por sobre anidaron.
Resignado y sin elementos contundentes de negociación para con estas creaturas, opté por tapar mi cabeza con la frazada a la vez que intentaba calentar mis huesos con la mera esencia de mi aliento (todo para no utilizar la calefacción del artefacto donde se aposentaban estos horrorosos seres malditos destinados a vagar en los alrededores de mi habitáculo).
Poco tiempo después de lo ocurrido, en mi hogar comencé a notar algo muy peculiar, de hecho inexplicablemente la gente que concurría al recinto manifestaba sentir una comezón. Claro, yo primero pensaba que mis amistades y familiares estaban perdiendo la razón, pues a mí no me picaba nada. Al pasar los días la incesante queja respecto a las comezones aumentó, a tal punto que comencé a sospechar que el insano era yo mismo o que la gente quería que me empiece a rascar sin motivo -solo para no parecer anormal o fuera de lugar- para luego reírse de mi estúpida actitud (como el famoso chiste de "HABIA DOS ELEFANTES BAÑANDOSE Y UNO LE DICE AL OTRO -PASAME EL JABON- Y LUEGO EL OTRO LE CONTESTÓ -NO... RADIO-).
Un buen día, mientras meditaba en las inmediaciones del tocador... mirando mis rodillas desnudas, noté que una especie de pelusita diminuta se movía alrededor de mi piel. Fue allí que miré fijamente mis rótulas y noté que no era una pelusita producto de los constantes lavados de mis vestimentas, sino por el contrario, era un ser viviente que vivía sobre mi cuerpo, y no era uno, eran demasiados como para contarlos, y estaban en todas partes. Al revisar mi ropa vi que estaban armando un asentamiento sobre las pilchas, la alfombra, la cama, los sillones, y todo lo que compone la vivienda. Me pregunté un instante cómo podía haberse dado esto.. no entendía.. no tenía mascota alguna ya en aquel entonces.. hasta que luego caí cual globo aeroestático navideño mal prendido... seguí los restos de pequeños parásitos alojados sobre el piso, y llegué hasta el Aire Acondicionado y allí me iluminé... LAS PALOMAS!! MALDITAS PALOMAS!!!. Fue cuando abrí la ventana que vi como caminaban alrededor de las tomas de aire esos insectos provenientes de la porquería de nido engendrado en los confines de mi edificio.
Intenté de todo en aquel entonces, rocié nuevamente con insecticida, las miré fijo a las aves roñosas esas pero todo fue una completa pérdida del tiempo, me miraron y rieron.. "UUUHMMM UHHMMM!!"... la demoníaca sonrisa de sus picos me indicaba que esto no sería tarea fácil, y menos de un hombre como yo, que se rinde fácil ante cualquier adversidad (por ejemplo si tengo que enrollar mucho el pomo de dentífrico para que salga pasta dental.. prefiero enjuagarme los dientes con el cepillo remojado en agua).
Tan así fue el asunto que tuve que recurrir a los refuerzos, me contacté con la brillante mente mercenaria del encargado del edificio (que por diez pesitos es capaz de regalarte una hija y quizás un riñón más o menos). Le indiqué el problema y simpáticamente se ofreció a cambio de unas monedas a deshacerse de la plaga. Con un arma similar a una lanza (la escoba de casa) comenzó a despojar a las creaturas que allí habitaban, de lo que conocían como hogar... en el forcejeo consistente en apalear todo aquello ajeno al artefacto refrigerante/calefactor. En el proceso he de admitir que aprendí mucho sobre las palomas, de hecho me han dicho que las mismas se alejan de los lugares donde muere una coreligionaria. Tan así extrema fue la experiencia que mientras se llevaba a cabo la labor, un inocente pichon de rata voladora cayó inevitablemente al patio del vecino del primer piso... Sin embargo, el resto del nido fue a parar a una bolsa de nylon negra al estilo "bodybag" a la vez que "Rodolfo" y su señora paloma se mudaron al mini-balconcito de la planta del frente y resoplaban por lo bajo "UHHMM UHHHM!" mientras agitaban su ala derecha en el aire a modo de reproche por el desalojo inesperado.

Para concluír con el asunto, tuve que sostener al encargado que casi se me cae junto con el pichón del nido al patio del primer piso (encima no es para nada livianito el srito.) para que termine de limpiar la parte superior del aire acondicionado y coloque unas especies de "planchuelas" con el fabuloso repelente de palomas (que creo yo era una especie de adhesivo incoloro, creo que compraba una voligoma y era igual y más barato).

Felizmente todo concluyó con una sola baja, y obviamente dejándole una propina a mi "amigo" el mercenario encargado. Gracias al cielo poco a poco fueron desapareciendo esos "piojos" de paloma, no sin antes rociar el veneno para pulgas en toda la casa y casi morir en el intento (había cerrado todo en la habitación con el veneno y cerré la puerta... viveza criolla que le dicen).

Sin embargo y a pesar de lo ocurrido es el día de hoy que por las mañanas puedo oír al espíritu del hijo de "Rodolfo" que durante mis sueños suele irrumpir gritando "UUUUHMMM!! UHHMM!" a la vez que picotea la persiana de madera que me aisla de la luz exterior y del mundo.

Les dejo mis saludos, y espero lo hayan disfrutado. Ojalá en algún momento se dignen a hacer algún comentario, les doy las gracias por adelantado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

yo creo que esos seres celestiales son el símbolo de la vida y la paz. te recomiendo pues otra paja. atentamente "el anonimo."