jueves, 22 de marzo de 2007

Incursión al Shopping Virtual

Dado que al fin concluyó mi guardia en la oficina, y ahora me veo excento de preocupaciones adicionales -como por ejemplo qué pedir al bar de la esquina para almorzar-, voy a intentar administrar lo mejor que pueda esta franja horaria para deleitarlos con alguna exquisites de la vida cotidiana en un tercer-mundo civilizado del siglo XXI.
Antes de empezar, aclaro que ayer al regresar a mi humilde morada, tuve el agrado de refrescar mi imágen mental volviendo a ver en cable una película estreno: "VIVEN!", realmente me dio una sensación de que no me estaban estafando con la extremadamente económica cuota de abono por el servicio de televisión por cable. No se si la sensación fue realmente esa, sino la de que todo siempre puede estar peor, como por ejemplo ese grupo de muchachos que creían que al estrellar su avión, eso era lo más terrible que les podía ocurrir, hasta que les dio un poco de hambre a los 10 días... y bueno, ya saben el resto, no me voy a poner en morbo.
Luego para cerrar, terminé cenando unos ravioles con bolognesa, los cuales aún no termino de digerir.
Hoy pienso narrarles de la manera menos hostil posible toda mi experiencia para con las compras virtuales. Como bien sabrán, los supermercados han pasado a formar parte de mi lista de archi-enemigos, así que ni lento ni perezoso procedí a buscar la manera de evitar la confrontación con él.
Dentro de las opciones que tenía, una era ir a los comercios minoristas de la zona y tener que soportar la fila de gente con demencia senil manteniendo charlas interminables con el encargado del local (a un costo monetario mayor que el de los "super"), la otra era no comprar alimentos ni artículos de limpieza de aquí a la eternidad, y acurrucarme dentro de la frazada mientras me abrazo a la almohada con las persianas del cuarto cerradas esperando la inevitable extinción de mi esencia (o evitarla de la manera explicada en el filme que vi ayer, solo que en vez de digerirme un fiambre me manyo alguna cosa fresquita propia -como si mi organismo fuera una suerte de "granja orgánica"- por ejemplo: una verruga, mis uñas, mucosidades sólidas y quién le dice, algun vello del rostro arrancado con furia).
La última opción, más civilizada que las anteriores (sobre todo la de los minoristas, esos sí son peores que el auto-canibalismo), se trataba de realizar las compras con el auxilio del elemento más preciado del mundo (después de mi aire acondicionado), o sea mi computadora. Como me he vuelto una especie de ermitaño agorafóbico, y soy incapaz de caminar esas dos cuadras hasta el super y ese contacto nefasto con otros seres humanos, esta sería la opción más práctica. Yo ya conocía este servicio hace un tiempo atrás, pero no me alcanzaba el radio de entrega -malditas periferias- entonces nunca lo pude aprovechar.
Por esas cosas de la vida intenté nuevamente actualizar la página del "super-digital", y hete aquí que tenía la posibilidad de aprovecharlo, logrando ver un changuito drogadependiente con ojos rojos que me sonreía desde ese espacio virtual.
Por supuesto las compras virtuales no son algo sencillo tampoco, o sea, no todo es color de rosa, aunque parezca increíble, no es que hay un changuito con una webcam y usted le va escribiéndo órdenes a un empleado de la firma para que agarre tal o cual producto a tiempo real, como siempre soñó, sería bueno tener una ventana de chat y comandar: "PALPA ESE TOMATE, NO, ESE NO, EL DE LA DERECHA, COMO ESTA? ME PARECE QUE ESTA PODRIDO YA EH... PROBA CON EL DE AL LADO, NO EL DEL OTRO LADO DIJE!", y también mirar a tiempo real cómo este lacayo hace la fila en caja, y carga las pesadas bolsas a pie hasta su hogar, toca el timbre, hace la entrega y se lleva una propina virtual, por ejemplo un diskette digamos.
La realidad es diferente, el changuito drogadependiente no toma participación en la actividad, es una fría página donde usted clickea en las categorías de productos (que dicho sea de paso, están casi tan mal o peor organizadas que las góndolas v.g. tiene una categoría de carnes y pollo, pero ojo, si el pollo está congelado, tiene que ir a congelados). El otro problema es que solo puede hacer el pedido del día hasta las 18 hs. sino se lo entregan al día siguiente -ojo los días que tiene supuestos descuentos porque se aplican al día de entrega eh!-
Aquí les hago una breve síntesis de mi experiencia:
SEMANA 1: Usted hace el pedido un sábado con la esperanza que se le aplique el descuento por usar una tarjeta de débito (igual que en la sucursal del super que usted tiene a dos cuadras). El día de la entrega se encuentra con la sorpresa que los descuentos del super-digital son en días diferentes y tiene que pagar lo mismo o más que en un comercio minorista, más la comisión por el uso del servicio. Usted se siente un idiota pero igual le da su propina al muchacho.
Pasan unas horas y al terminar de acomodar los productos nota que algo le falta, presiente que en su freezer un estante está vacío... Claro! las patitas de pollo... coteja la lista de productos entregados y facturados, y allí están, pero da vuelta los bolsones de la firma (que son transparentes, pero no sea cosa que haya quedado el producto escondido en alguna dimensión paralela) y nada, aparentemente o comió las patitas de pollo congeladas y lo olvidó, o no las entregaron (quizás optará por la segunda opción, porque no se siente satisfecho y su cocina aún no es un juntadero de mugre). Llama a la empresa y reclama indignado sus patitas de pollo esperando tener una discusión con el operador, en cambio le dicen que si a todo como a los locos, y termina la comunicación. Sorprendido pero sonriente concilia el sueño.
Pasan tres días y las patitas de pollo nunca llegaron, aunque siente durante la tarde timbrazos no previstos, motivo por el que obviamente no atiende. Vuelve a llamar a la firma, y la operadora simpáticamente le refiere que deberían haber entregado las patitas de pollo en los días pasados, usted inocentemente plantea que nadie le avisó cuando pasarían a entregar sus congelados, a lo cual obtiene como respuesta un silencio que se vuelve eterno. Le plantea a la operadora el problema de nuevo (ya que obviamente, usted no se va a quedar día y noche en su casa esperando unas míseras patitas de pollo, o sí?, y si así fuera, quizás no atienda los timbrazos como en este caso, ya que desconoce si se trata de algún visitante indeseado, como por ejemplo el vecino del 1er. piso que se queja del goteo de su aire acondicionado sobre el patio). La operadora le da la razón y no discute, pero no ofrece ninguna solución, excepto repetir como un mensaje pregrabado que pasarán a entregarle la mercadería en día y hora indeterminados. Usted entiende que las respuestas de la operadora son altamente limitadas y se resigna, suspira profundamente y se rasca la nuca mientras deja el teléfono inalámbrico con baja batería sobre la mesa. Usted resignado opta por adquirir el producto en el mercadito de la esquina, porque sin patitas de pollo la vida carece de sentido.

SEMANA Nº 2: Aún así resignado, vuelve a realizar el pedido virtual, dejando como "observación" que sus patitas de pollo de la semana pasada deben ser entregadas. Recibe el pedido el día elegido, esta vez un domingo para beneficiarse con el descuento. Al arribar el delivery, usted nota que es el mismo sujeto que vino la vez pasada (ojo que tienen más pinta de cyber-people, pelito paradito con gel, piercing, barbita fashion, tienen mejor facha que mis amistades) esta vez mantiene un diálogo respecto a las patitas de pollo de la semana anterior, y se inmiscuyó en cosas relativas al manejo del comercio virtual. Le deja el pedido realizado, se le acredita el descuento, y ve que estan las patitas, así que vuelve a exhalar tranquilamente. Al retirarse el delivery comienza a acomodar los productos con calma, pero hete aquí, que usted había pedido hamburguesas de pollo, y le entregaron hamburguesas de carne vacuna (de la misma marca ojito eh). Usted decide no volver a llamar al call center por ese inocente error material involuntario, y se conforma inocentemente con la entrega de las patitas de pollo de la semana anterior, las cuales saborea con salsa golf llenando de migas la alfombra de la habitación.

SEMANA Nº 3: Usted vuelve a hacer el pedido con esperanzas que esta vez nada falle. No controla la mercadería porque es muy vago para hacerlo, pero sí la mira desde la distancia a modo de vigilador nocturno, pero desiste cuando gentilmente el delivery le obsequia a modo de soborno dos latitas de gaseosa Zero -no confundir con Light... son polos opuestos eh-. Horas después nota la faltante de todos los productos congelados (que obviamente fueron facturados). Por otro lado, nota que le han cambiado la marca de sus ravioles preferidos por unos que no se a qué sabrán, pero tienen un packaging horrible (yo los juzgo por el color del envase), y su jugo en polvo light fue reemplazado cruelmente por uno con azúcar de otra marca -así no pretendan que mantenga la dieta-. Hace el reclamo telefónico una vez más, para acordar la entrega que nunca sabrá cuando será, lo cual le empieza a dar mala espina, de hecho empieza a sospechar que el super-digital es parte de un bando de crímen organizado que pretende matarlo a disgustos.

SEMANA Nº 4: Luego de esperar en vano día y noche la entrega de los congelados, arriban con su próximo pedido. Indignado no vuelve a mantener diálogo con el delivery, pero nuevamente le obsequian latas de gaseosa Zero, usted sonríe una vez más y firma la papeleta sin mirar, confiando en que habrán escarmentado tras tantos errores, como una madre que retó suavemente al nene por haber orinado las plantas del vecino. Abona con su tarjeta, y se dedica a otra actividad más placentera tras acomodar la mercadería. Horas después al mirar lo que firmó nota que el monto que pensaba abonar se excede en unos $80, revisa el listado de mercadería, y se entera en ese acto no solo que le han cambiado sus galletitas por otras más berretas, sino que encima al intentar anotar el reemplazo de 2 paquetes de galletitas, facturaron la cantidad de 21 paquetes del producto en cuestión (de más está decir que usted solo recibió dos). Vuelve a llamar al call center, la muchacha que atiende empieza a sospechar que usted ha perdido su sano juicio y le dice: "DEGENERADO DEJEME EN PAZ!" a la vez que corta la comunicación violentamente logrando oírse previo al TICK, en las lejanías de la bocina algo así como "...elotudo...". Deja pasar un tiempo y realiza el reclamo, pero esta vez a través de la página del super para evitar sospechas de asecho. Misteriosamente días después y sin previo aviso sonará el timbre de su casa, el cual atenderá cruzando los dedos que no se trate de la vecina de enfrente que se queja por absolutamente todo. Gracias al cielo su deseo se cumple y atiende al personal del cyber-mercado, le entregaran el efectivo adicional facturado, a la vez que le dirán algo así como "DISCULPE EH!".

Ahora bien, tras todo este episodio ustedes creerán que no voy a volver a optar por este servicio, bueno, se equivocan, todo esto es menos malo que ir en persona al super.
Por último, quisiera aclarar, ya que todos piensan lo mismo al decir "compra virtual", que las verduras que me trajeron siempre estuvieron frescas y mejor selectas que si lo hubiera hecho yo mismo (creo que tienen una granja aparte donde el changuito de ojos rojos ara la tierra y la fertiliza con restos de papelitos que la gente suele dejar en su interior luego de utilizarlo para cada compra, pero no hablo de esas granjas de rehabilitación, ojo que eso es diferente).

Los saludo y termino con esto, porque la verdad que mi cabeza está echando humo a lo pavote (creo que alguien dejó cenizas/brasas sobre mi peluquín). Será hasta mañana

2 comentarios:

Anónimo dijo...

buenísimo tu comentario, lo comparto, te veo proximamente en la columna de algún medio gráfico....

JaD dijo...

Creo que si me ofrecen un botón y una pelusa agarro viaje eh!...

DA LA CARA ANONIMO!!! SOS EDITOR DE ALGUN MEDIO GRAFICO?!!! LLAMAME!!! LLAMAME POR FAVOR!!!! (me arrojo al piso y tomo los extremos inferiores del pantalón pinzado a rayas del sr. Anónimo quien porta una careta de Bin Laden para no ser identificado).